Como bestias by Violaine Bérot

Como bestias by Violaine Bérot

autor:Violaine Bérot [Bérot, Violaine]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2021-01-01T00:00:00+00:00


Nosotras

las hadas

no robamos a los bebés

no.

Nosotras

las hadas

no hacemos más que esperar.

Esperar

a que nos lleguen

los bebés.

Nosotras

las hadas

no hacemos nada más

sabemos que llegarán

somos pacientes

tenemos motivos para ser

pacientes.

Ya que

un día

los gigantes

en nuestra gruta secreta

depositan

a los bebés.

Bebés

sin madre.

Bebés de todo tipo

menos robados.

Bebés

que nos encomiendan

para que se duerman

protegidos

en nuestros brazos de hadas.

8.

Era un buen toro, pero tenía las pezuñas delicadas. Ya no podía montar. Alzarse sobre las patas traseras era demasiado peso y le dolía. De un día para otro, dejó de hacer su trabajo. Tal vez debería haberlo herrado, pero preferí llevárselo a Albert. Se decía que Albert tenía un don. Nadie había visto nunca cómo lo hacía, pero lo cierto es que los animales volvían distintos. Como más mansos. Más relajados. Mi toro cambió por completo en unos pocos días. Le había devuelto el ánimo. Ya ni se acordaba de lo delicados que tenía los pies. Se subía a las hembras como un zagal. No era el mismo, créame. Es el toro que más me ha durado. No lo habría vendido por nada del mundo. En cuanto lo soltaba entre las vacas, se convertía en un príncipe. Se les acercaba educadamente, las olfateaba con cuidado y, en el momento preciso, ni demasiado pronto ni demasiado tarde, justo cuando ellas tenían ganas, pumba, las montaba. Parecía divertirle lo fácil que se había vuelto su trabajo. Nunca he tenido otro toro como él, tan vigoroso, tan alegre, tan apreciado por las hembras.

Ah, bueno, con eso no salgo de mi asombro. Que fuera el Oso y no Albert quien curaba a los animales. ¡Santo cielo! Quién se lo habría imaginado.

Sí, me dejó descolocado. Porque me acordé de mi toro. Y pensar que ese tipo supuestamente retrasado era el que lo había vuelto tan viril, tan buen toro, me revolvió por dentro, se lo juro. Porque Albert, vale. Albert conoce a los bovinos, ha nacido rodeado de ellos, pero el otro, ese enorme memo, que no sabe ni hablar, venga ya. Aunque si Albert lo dice, será verdad. No es ningún charlatán, Albert. Y cuando pienso en el montón de animales que ha curado. De toda clase. Vacas, ovejas, perros, todo tipo de animales, ya le digo. Por aquí todos hablaban del don que tenía Albert, o que creíamos que tenía. Y va y resulta que no era él. ¡Que era el Oso! Y van ustedes y lo encierran. ¿Y ahora qué haremos nosotros con los animales enfermos? ¿Qué haremos ahora?

He oído lo que se cuenta, sí, que la niña y el burro eran culo y mierda. Y para mí esa es la prueba definitiva de que la chiquilla es la hija del Oso, porque no todo el mundo es capaz de hacerse amigo de un burro, eh. Pero viendo cómo el Oso les apacigua el carácter, para mí que la chavala lo ha heredado de él, y que no puede ser sino su hija.

De la madre de la pequeña no sé nada. Que no es de aquí, eso seguro, porque, que yo sepa, en el valle nunca ha habido una mujer que haya perdido a su bebé.



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